Murillo explicó sin rodeos porqué las reformas, que incluyen recortar 1,8m de empleos de la abarrotada fuerza laboral del estado durante los próximos cinco años, y expandir el sector privado, eran necesarias. “Improvisación, carencia de disciplina, desorden en el manejo del presupuesto y análisis erróneos," dijo él, significa que Cuba tendría que encontrar US$1,6bn en productos importados para satisfacer la demanda interna cada año, a menos que se hagan mejoras (y se corten los subsidios). El dijo que la economía creció en 2,1% en 2010, levemente más que la estimación de 1,9%.
El gobierno apunta recortar 351.000 empleos en 2011, comenzando con los ministerios del azúcar, de agricultura, de la construcción, salud y turismo. El 4 de enero, una comisión compuesta de miembros de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), y funcionarios de alto rango, presumiblemente miembros del politburó, comenzaron a evaluar qué trabajadores “se convertirán en disponibles" -un maravilloso eufemismo. El Partido Comunista de Cuba (PCC) realizará entonces su VI congreso en abril, el primero desde 1997, para aprobar las reformas.
En su discurso ante la asamblea nacional, el Presidente Raúl Castro aplaudió a Murillo, a quien se refirió como “camarada general", un signo de respeto más que un rango militar, del que Murillo carece. “Esta es una economía donde la eficiente empresa socialista prevalecerá. Las medidas que estamos aplicando, y todos los cambios que son necesarios para la modernización del modelo económico, están dirigidas a preservar el socialismo, fortalecerlo y convertirlo en verdaderamente irreversible," dijo Castro. “Podemos asegurarles que, esta vez, no habrá marcha atrás," agregó.
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